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Francia y el Legado Nuclear en la Polinesia: Décadas de Contaminación y Lucha por Justicia

Por Nina Werkhäuser | DW – Traducción y Redacción OaxMundo News

Durante 30 años, Francia detonó 193 bombas nucleares en los atoles de Mururoa y Fangataufa, en la Polinesia Francesa, dejando un rastro de contaminación que aún afecta a generaciones enteras. Entre 1966 y 1996, el programa fue presentado como seguro. Incluso el entonces presidente Charles de Gaulle describió la bomba francesa como “verde y muy limpia”.

La realidad fue muy distinta: nubes radioactivas se extendieron por el Pacífico Sur, alcanzando incluso Tahití, a más de mil kilómetros de distancia. Los habitantes no fueron evacuados y hoy sufren altas tasas de cáncer, infertilidad y malformaciones congénitas.

Hinamoeura Morgant-Cross, diputada de la Polinesia Francesa y activista reconocida, ha denunciado el impacto directo en su familia: su abuela, madre, tía, ella misma y su hermana han padecido cáncer de tiroides. Esta experiencia personal la llevó a entrar en política y exigir mejores hospitales, atención médica y justicia para las víctimas.

Aunque Francia aprobó en 2010 una ley de indemnización, solo 417 personas han sido compensadas hasta julio de 2024. Las víctimas deben demostrar que estaban presentes en el lugar exacto de los ensayos, algo casi imposible décadas después.

Expertos advierten que los efectos de la radiación se transmiten por generaciones y representan un riesgo persistente. La ONU recuerda cada 26 de septiembre, Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares, que el sufrimiento de estas comunidades no debe olvidarse.

Lee la nota completa en DW: https://p.dw.com/p/51637Francia y el Legado Nuclear en la Polinesia: Décadas de Contaminación y Lucha por Justicia
Por Nina Werkhäuser | DW – Traducción y Redacción OaxMundo News

Durante 30 años, Francia detonó 193 bombas nucleares en los atoles de Mururoa y Fangataufa, en la Polinesia Francesa, dejando un rastro de contaminación que aún afecta a generaciones enteras. Entre 1966 y 1996, el programa fue presentado como seguro. Incluso el entonces presidente Charles de Gaulle describió la bomba francesa como “verde y muy limpia”.

La realidad fue muy distinta: nubes radioactivas se extendieron por el Pacífico Sur, alcanzando incluso Tahití, a más de mil kilómetros de distancia. Los habitantes no fueron evacuados y hoy sufren altas tasas de cáncer, infertilidad y malformaciones congénitas.

Hinamoeura Morgant-Cross, diputada de la Polinesia Francesa y activista reconocida, ha denunciado el impacto directo en su familia: su abuela, madre, tía, ella misma y su hermana han padecido cáncer de tiroides. Esta experiencia personal la llevó a entrar en política y exigir mejores hospitales, atención médica y justicia para las víctimas.

Aunque Francia aprobó en 2010 una ley de indemnización, solo 417 personas han sido compensadas hasta julio de 2024. Las víctimas deben demostrar que estaban presentes en el lugar exacto de los ensayos, algo casi imposible décadas después.

Expertos advierten que los efectos de la radiación se transmiten por generaciones y representan un riesgo persistente. La ONU recuerda cada 26 de septiembre, Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares, que el sufrimiento de estas comunidades no debe olvidarse.

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